De regreso a casa.
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De regreso a casa.
De regreso a casa.
Sentí la suave brisa en mi rostro, la luz iluminaba el paisaje, era en realidad hermoso, ¿cómo describir mis emociones en ese momento sublime? No había palabras, simplemente lo disfruté.
Todas las tardes antes de la puesta de sol miraba ese mágico lugar. Yo sabía que era especial, diferente; Había que hacer algo, una voz en mi interior me decía: -Tú puedes hacerlo, sólo tú puedes hacerlo, eres especial tienes el don. Hazlo-. Una y otra vez esas palabras se repetían en mi mente como si fuera una canción eterna que yo sabia de memoria. Finalmente me decidí, para eso tenia alas, para volar. Entonces volaría y lo haría este día.
Caminé por la orilla de ese precioso acantilado, preparando mis alas, fortaleciéndolas, agitándolas, me sentía dichosa pues por fin me alejaría de esa prisión donde solo había dolor y angustia, donde seres monstruosos me insultaban y maltrataban. Iba a ir a mi casa, al reino de las hadas. Ahí mi madre me estaba esperando, junto con todas las hadas del reino y por fin seré feliz. Retrocedí lo suficiente para poder impulsarme pero varias voces se escucharon; volteé para ver que pasaba y me di cuenta que eran esos seres infernales que me tenían atrapada en ese horrible lugar, me querían llevar de nuevo y aprisionarme para que no pudiera volver con los míos. Entonces me decidí. Comencé a correr y a extender mis alas, la orilla se acercaba rápidamente, podía ver el mar en todo su esplendor y yo lo recorrería como una mariposa a un riachuelo. Salté y fue una sensación de libertad y triunfo que nunca la olvidaré. Disfruté tanto esa sensación de vértigo y velocidad que veía como el mar se movía plácidamente de un lado a otro, como si bailara un vals, cerré los ojos y moví mis alas y me fui.
-¡Noo, pequeña, no!-gritó la bondadosa doctora que atendía a Ángela. La pequeña de 14 años que tenía Síndrome de Down, pero fue demasiado tarde, había saltado.
Estaba aún conmocionada, la doctora Isabel Bonterre que atendía a esa pequeña que habían abandonado a las puertas del orfanato, cuando la conoció, dos años atrás de inmediato la amó. Era tan tierna, tan dulce, siempre tenia en la mano el libro de cuentos de hadas que la misma Isabel le regalara. Ángela sabía que la habían abandonado, pero era muy duro para ella ese concepto. Así que empezó a decir que era un hada y que la habían raptado al nacer y que su madre, la reina de las hadas esperaba con ansias su regreso. Y por fin Ángela fue libre y feliz.
Sentí la suave brisa en mi rostro, la luz iluminaba el paisaje, era en realidad hermoso, ¿cómo describir mis emociones en ese momento sublime? No había palabras, simplemente lo disfruté.
Todas las tardes antes de la puesta de sol miraba ese mágico lugar. Yo sabía que era especial, diferente; Había que hacer algo, una voz en mi interior me decía: -Tú puedes hacerlo, sólo tú puedes hacerlo, eres especial tienes el don. Hazlo-. Una y otra vez esas palabras se repetían en mi mente como si fuera una canción eterna que yo sabia de memoria. Finalmente me decidí, para eso tenia alas, para volar. Entonces volaría y lo haría este día.
Caminé por la orilla de ese precioso acantilado, preparando mis alas, fortaleciéndolas, agitándolas, me sentía dichosa pues por fin me alejaría de esa prisión donde solo había dolor y angustia, donde seres monstruosos me insultaban y maltrataban. Iba a ir a mi casa, al reino de las hadas. Ahí mi madre me estaba esperando, junto con todas las hadas del reino y por fin seré feliz. Retrocedí lo suficiente para poder impulsarme pero varias voces se escucharon; volteé para ver que pasaba y me di cuenta que eran esos seres infernales que me tenían atrapada en ese horrible lugar, me querían llevar de nuevo y aprisionarme para que no pudiera volver con los míos. Entonces me decidí. Comencé a correr y a extender mis alas, la orilla se acercaba rápidamente, podía ver el mar en todo su esplendor y yo lo recorrería como una mariposa a un riachuelo. Salté y fue una sensación de libertad y triunfo que nunca la olvidaré. Disfruté tanto esa sensación de vértigo y velocidad que veía como el mar se movía plácidamente de un lado a otro, como si bailara un vals, cerré los ojos y moví mis alas y me fui.
-¡Noo, pequeña, no!-gritó la bondadosa doctora que atendía a Ángela. La pequeña de 14 años que tenía Síndrome de Down, pero fue demasiado tarde, había saltado.
Estaba aún conmocionada, la doctora Isabel Bonterre que atendía a esa pequeña que habían abandonado a las puertas del orfanato, cuando la conoció, dos años atrás de inmediato la amó. Era tan tierna, tan dulce, siempre tenia en la mano el libro de cuentos de hadas que la misma Isabel le regalara. Ángela sabía que la habían abandonado, pero era muy duro para ella ese concepto. Así que empezó a decir que era un hada y que la habían raptado al nacer y que su madre, la reina de las hadas esperaba con ansias su regreso. Y por fin Ángela fue libre y feliz.
Re: De regreso a casa.
Me gustó. Rescatas las antiguas leyendas de los changelling, los niños que se decía que habían sido cambiados por hijos de hada por ser diferentes. Es dulce, pero triste al mismo tiempo.
Mircalla- Novato
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Edad : 43
Fecha de inscripción : 07/04/2008
Re: De regreso a casa.
Mil gracias Mircalla, perdón por escribir hasta ahora, pero habia tenido problemas de conexión. Afortunadamente ya lo arreglé y ya estaré más al pendiente. Saludos
Serena Potter
Serena Potter
Re: De regreso a casa.
No te preocupes
Solía pasarme lo mismo.
Solía pasarme lo mismo.
Mircalla- Novato
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Fecha de inscripción : 07/04/2008
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